Entre lluvia y galernas se bate la barcaza
y un niño alzado al viento,
un pañuelo bordado,
una mujer confusa
y un nublado ceniza
se estremecen llorosos al oeste del muelle.
La flor del “sicomoro” acrecienta la ausencia
y la luz del candil se consume abatida.
¡Quién rezará por ellos la “oración al ocaso”
hasta que el mar nos traiga a nuestros pescadores!
Inútil es la queja,
baldía la esperanza sin encontrar su abrazo.
Hoy todas las Gaviotas se rasgaron las alas
y su habanera póstuma jamás será entonada.
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© MAR – Junieando 30/06/2010
2 comentarios:
Qué belleza de poema, Mar.
He venido a visitar tu blog.
Con mucho gusto seguiré por aquí un rato.
Un abrazo
Ana
Gracias, Ana, no sabes cómo me gusta tu visita y espero que lo que encuentres sea de tu agrado.
Un abrazo.
Mar
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