Sopla el viento en los valles,
azota en las anémicas cañadas,
zarandea dunas y collados a su paso,
trastorna,
y tropieza allá, en el fondo del barranco,
con mi sueño expatriado.
Pero me crezco entre aves y raigambres
-serenamente recias e inmortales-
con la vital necesidad de mi existencia
y tu nombre.
---
© MAR – Mayo2009
3 comentarios:
Puede que esas raices (en donde vive su nombre) sean la única vía de alimento que nos sobrevive por mucho viento que arrecie...por muy expatriado que parezca o sea.
Desde luego crecida, tú, sí.
Olimpia.
Al final, Olimpia, nos aferramos a las raices porque son nuestra vida.
Besos.
Nos aferramos a las raíces y las raíces nos retienen como hilo invisible que nos impide caer.
Una belleza.
Publicar un comentario