jueves, junio 30, 2016

INSTANTES DIFUSOS - IV




Qué fue del hombre aquel.
Qué, de su vida,
que fue como un soleado verano
y se disipó en un laberinto de brumas
          sin signos,
                    sin colores.

Perpetuaba las noches de otros tiempos,
los días de agonía,
y la feliz evocación de su primer amor.

Eternizaba las veces en que
acaso lanzó un beso
y arrulló con una dulce nana la cuna del niño.

Se enardecía los días de pugnas de pasión íntima
en que ahogó el aullido
como la dócil fragancia de las rosas.

Y de todo, solo Dios está al corriente!

---
© MAR – Junio2016

No hay comentarios: