El atajo es angosto
los arrumacos piel a piel
suenan ahora arrogantes e inhumanos
bajo el mediocre cendal que te cubre
sin desertar de las esencias
que redimen el caos.
Los caminos palpitan,
aura trémula,
tediosa médula
combatiente de piedades pétreas.
Estremecimiento.
Sencillo regir en la quietud
antes de que la algarada
yazga
en el sempiterno
círculo de gemidores.
---
MAR
2 comentarios:
¿Qué tendrá la quietud para saber hablar así en el estremecimiento que la algarada oculta?
Besos.
Ah, la quietud... sublime remedio que todo lo cura. La quietud es tan satisfactoria como la libertad.
¿No crees?
Gracias ybris por tu visita y tus palabras.
Publicar un comentario